Inditex nombra un nuevo director de sostenibilidad en pleno giro ‘eco’

Inditex da forma a un nuevo equipo para liderar su giro hacia la sostenibilidad. El grupo gallego, número uno de la distribución de moda del mundo, ha nombrado a Javier Losada como nuevo director del área de sostenibilidad del grupo, según ha podido confirmar Modaes.es. Miguel Díaz, director financiero de Zara, asumirá también la dirección de sostenibilidad de la cadena.

Estos nuevos nombramientos se enmarcan en un giro estratégico de la compañía gallega. En la última junta general de accionistas, el presidente del grupo, Pablo Isla, dio a conocer la nueva hoja de ruta de la empresa en materia de sostenibilidad, que pasa por aumentar el uso de materiales reciclados o sostenibles y reducir progresivamente los residuos antes de 2025.

Como es habitual en el grupo gallego, Inditex ha recurrido a ejecutivos de la casa para asumir nuevos cargos dentro del área de sostenibilidad. Díaz es un histórico del grupo, al que se incorporó en 1989 como director financiero de Zara. Losada, por su parte, es un hombre de máxima confianza de Isla y hasta ahora estaba al frente de control de gestión. En esta última área le sustituirá ahora Lorena Lema, responsable de control de existencias.

Dentro del equipo de sostenibilidad, la compañía también ha nombrado a Luis Coloma, hasta ahora al frente de infraestructuras, como nuevo director de medio ambiente, en sustitución de Antonio Álvarez. Por su parte, Félix Poza se ha hecho cargo del área de diversidad, inclusión y política de igualdad, encuadrada dentro de la división de recursos humanos que dirige Begoña López.

Inditex también ha creado este año una nueva comisión de sostenibilidad en el consejo de administración, presidida por Denise Patricia Kingsmill, y con José Arnau, Pilar López Álvarez, Anne Lange y José Luis Durán como vocales.

La matriz de Zara es, junto con H&M, uno de los grandes grupos de distribución de moda que está liderando la apuesta por la sostenibilidad. La compañía mantiene acuerdos con universidades de todo el mundo para investigar en nuevos materiales, cuenta con un programa para recoger prendas usadas para ser recuperadas y con un plan de tiendas ecoeficientes que ya se ha implantado por completo en mercados como China.

Entre las metas que se ha fijado el grupo este año se encuentra que toda su red de tiendas esté adaptada al modelo ecoeficiente a cierre de 2019, que en 2020 el 25% de los productos estén etiquetados con el sello Join Life y que, en 2025, todas sus colecciones estén fabricadas con materiales orgánicos, sostenibles o reciclados antes de 2025.

El gigante coreano Amorepacific entra en el capital de la ‘start up’ Milk Makeup

Amorepacific saca la chequera. El gigante surcoreano de cosmética ha adquirido una participación minoritaria en la start up neoyorkina Milk Makeup por un importe que no ha trascendido. Milk Makeup fue fundada en 2015 en Estados Unidos y está especializada en cosmética natural. Desde su nacimiento, ha realizado dos rondas de financiación y se estima que este año facturará 60 millones de dólares (53,86 millones de euros).

La empresa también está participada por Main Post Partners, que entró en el capital en 2017, y Alliance Consumer Growth, que invirtió a principios de 2019. Actualmente, Milk Makeup se distribuye en cadenas especializadas como Sephora o Cut Beauty. Con Amorepacific en su capital, la estadounidense aterrizará en Corea del Sur a través de la red de tiendas del grupo y con establecimientos independientes.

En paralelo, Amorepacific se encuentra en un proceso de expansión internacional apostando por los canales multimarca y online. Amorepacific cerró 2018 con unas ventas de 5,28 billones de wones (4.043 millones de euros).

Desigual gana fuerza online: la Red copa el 13,7% de las ventas hasta octubre

Desigual afianza su presencia en el online. En los diez primeros meses del ejercicio, las ventas a través de la web del grupo de distribución de moda representaron el 13,7% de la facturación total, según ha explicado la empresa en un comunicado.

Entre enero y octubre, los ingresos online del grupo se han elevado un 7,5%. Europa y Japón son los mercados donde Desigual cuenta con una mayor penetración de su canal online. El objetivo de la empresa pasa por que las ventas a través de la Red supongan el 60% del total de su facturación en cinco años.

Con en objetivo de continuar ganando presencia en el canal digital, la empresa acaba de lanzar una nueva web, disponible en veintiún mercados y ocho idiomas. Desigual ha puesto en marcha la nueva plataforma en el marco de la renovación de su imagen corporativa.

“Es nuestra tienda número uno y nuestro escaparate internacional veinticuatro horas al día 365 días al año”, ha señalado Lucía Gómez, digital director de Desigual. “Nuestro objetivo es ser más relevante para cada uno de nuestros consumidores a través de personalizar la experiencia, y para ello hemos introducido mejoras en los contenidos, mayor agilidad en los procesos omnicanales y nuevas funcionalidades”, ha explicado la directiva.

Ted Baker incorpora al ex director financiero de Sports Direct al consejo tras lanzar un ‘profit warning’

Ted Baker apuntala su consejo en plena reestructuración. Menos de un mes después de que Ted Baker lanzase un profit warning y anunciara la salida de su consejera delegada, Ted Baker da vuelta a la página y fortalece su cúpula financiera con el fichaje de Jon Kempster, ex director financiero de Sports Direct, como nuevo consejero no ejecutivo.

Kempster asumirá el papel de presidente del comité de auditoría y riesgos, además de unirse al comité de remuneración. La noticia llega después que Ted Baker informara que prevé ganancias antes de impuestos de entre 5 millones de libras y 10 millones de libras (entre 6 millones y 12 millones de euros), además de haber suspendido el pago de dividendos a sus accionistas.

 

Kempster fue director financiero y consejero ejecutivo de Sports Direct desde Septeimbre 2017 a Julio 2019.

 

La carrera de Kempster incluye puestos en el consejo de Delta, Fii Group, Sports Direct International, Wincanton, entre otros. Kempster ha sido consejero no ejecutivo y presidente del comité de auditoría en Redcentric desde enero de 2017 y es administrador del plan de pensiones Delta.

La compañía ha reorganizado su equipo en lo que va de año, tras la salida de la consejera delegada Lindsay Page a principios de mes, y la del presidente David Alan Bernstein, por lo que la compañía fichó a la consultora Korn Ferry para encontrar su reemplazo.

La empresa, que cotiza en la bolsa de Londres, cerró el último ejercicio con una facturación de 617,4 millones de libras (679 millones de euros), un 4,4% más que el año anterior, pero hundió un 26,1% su beneficio.

El coste laboral en el textil sube otro escalón con un alza del 3,8% en el tercer trimestre

La mano de obra se encarece en la industria de la moda en España. El coste laboral en el textil continuó con su senda alcista en el tercer trimestre, con un alza del 3,8% frente al mismo periodo de 2018. En concreto, cada trabajador supuso a las empresas del sector un coste de 2.220 euros al mes. De esta manera, el sector acelera en su subida, después de que en el segundo trimestre creciera un 2,1%.

La confección fue el sector donde el coste laboral más se incrementó en el tercer trimestre. El coste por trabajador en este segmento se situó en 2.283 euros entre julio y septiembre, un 4,4% más. Con todo, el sector frenó el ritmo frente al trimestre anterior, cuando registró un avance del 10,1%.

El coste laboral en el cuero y el calzado, por su parte, frenó el ritmo de subida, con un alza interanual del sólo el 1,3%, frente al incremento del 7,7% del segundo trimestre. En la industria del cuero y el calzado, cada trabajador supone a la empresa 2.009 euros.

En términos intertrimestrales, todos los subsectores de la industria textil registraron un descenso de su coste laboral entre julio y septiembre: del 8,1% en el caso del textil, del 13,1% en el de la confección y del 3,3% en el cuero y el calzado, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El grueso del gasto en el sector de la moda corresponde al coste salarial, que copó en torno al 73% del coste en los tres sectores. El resto corresponde a percepciones no salariales, cotizaciones obligatorias y subvenciones y bonificaciones a la Seguridad Social.

Según la Encuesta trimestral de coste laboral (Etcl), el coste medio en las compañías españolas se situó en 2.553,6 euros por trabajador y mes en el tercer trimestre, un 2,2% más que en el mismo periodo del año anterior.

Amazon rompe con Fedex: prohíbe a sus vendedores usar el servicio de paquetería

Amazon gestionará internamente sus envíos urgentes. El gigante tecnológico ha prohibido a las empresas que venden a través de su portal utilizar los servicios de la empresa estadounidense de paquetería exprés FedEx para el envío de los pedidos a los clientes Prime, según ha informado la compañía de paquetería en un comunicado.

En junio, el gigante tecnológico no renovó el contrato que tenía con FedEx para el envío, a través de avión, de entregas de pedidos urgentes que ofrecía en Estados Unidos. La decisión tomada en plena campaña de Navidad se enmarca en la guerra abierta que mantienen ambas compañías por el liderazgo en el sector de las entregas a domicilio.

Hasta ahora, los terceros que venden sus productos online a través de Amazon podían elegir qué empresa de paquetería se encargaría de gestionar el envío a domicilio, siendo FedEx, UPS, USPS y los propios servicios de mensajería de Amazon las alternativas. La ruptura con FedEx da más fuerza al titán del ecommerce, que lleva tiempo construyendo su propia red de entregas a través de aviones, camiones y furgonetas.

“Aunque esta decisión afecta a un número muy reducido de vendedores, limita las opciones de esos pequeños negocios durante algunos de los días de más demanda de paquetería de la historia, y puede poner en jaque su capacidad para dar respuesta a los consumidores”, han valorado desde FedEx.

La prohibición de usar los servicios de FedEx por el momento no tiene fecha de caducidad. Amazon, por su parte, se ha limitado a señalar que el acuerdo no se retomará hasta que las entregas de FedEx “mejore”. Las previsiones de la compañía logística pasan por llegar a entregar hasta cien millones de paquetes al día en el mercado estadounidense en 2026.

Conectando con el consumidor a través del impacto social

Las grandes empresas de retail entienden que la relación con el cliente debe ser cercana. Hoy en día,  las redes sociales  ofrecen gran visibilidad y los propios clientes hacen la labor de publicitar y promocionar el producto con sus publicaciones. Para ello las grandes marcas tienen que conectar con el cliente más allá del producto y entienden que el impacto social que la marca tiene es lo que va a garantizar la colaboración continua e indirecta con los mismos.

Lo que los clientes piensan y entienden de la marca garantiza en muchos casos el éxito futuro. Por ello, marcas como Lowe´s y Toms  han decidido volcar sus energías en tener un impacto positivo en el mundo con acciones o nuevas propuestas  que gusten y fomenten una mayor fidelidad a la marca.

Gucci

Con el propósito de tener un impacto positivo, Gucci  lanzó Changemakers, un programa que tiene como objetivo fomentar una mayor diversidad e inclusión en la industria de la moda. Esta iniciativa proporciona becas educativas a los estudiantes y días libres remunerados para ser voluntario a los empleados.

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Toms

La marca de calzado Toms actualizó su modelo de negocio social, brindando a los clientes una variedad de causas filantrópicas que poder apoyar. Por cada par de zapatos comprados, la marca otorga una subvención a una variedad de ONGs que trabajan en causas como la falta de vivienda y  agua limpia.

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Blume

La startup de higiene femenina Blume donó un mes de beneficios de su producto de aceite esencial a una organización sin ánimo de lucro centrada en la atención y educación menstrual. El grupo, Days For Girls, suministró productos para el cuidado femenino durante tres años a niñas necesitadas.

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Target

Target puso a prueba un programa de fidelidad que permitía a los clientes votar por organizaciones benéficas locales que podrían beneficiarse de su donación.

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El footprint de las marcas va más allá de los beneficios y popularidad. Un impacto social y ecológico positivo es lo que atraerá y fidelizará al cliente.

Londres, Hong Kong o Santiago, las ciudades que peligran entre las más ‘hot’ para el retail

Elecciones políticas, inestabilidad en las calles, recesión económica o ruptura de los acuerdos comerciales. Son algunos de los peores escenarios para un retailer cuando se aventura en una nueva ciudad y factores que provocan que el atractivo de dicha ciudad decaiga. En un entorno caracterizado en todo el mundo por la incertidumbre, fenómenos como el Brexit o las protestas contra el Gobierno castigan a plazas como Londres, Hong Kong o Santiago, mientras que el calendario electoral de 2020 pone en riesgo el atractivo de las ciudades de Estados Unidos.

Por segunda vez, el informe Hot Retail Cities 2019, elaborado por Modaes.es con el impulso de Tendam y la colaboración del Instituto de Empresa, analiza las condiciones para el negocio de la distribución de las principales ciudades globales y señala las cien metrópolis más atractivas para el retail en la actualidad. En esta edición, Nueva York repite como la ciudad más hot, seguida de Los Ángeles y, en tercer lugar, Tokio.

¿Mantendrán posiciones en 2020?  ¿Cuáles ven más amenazada su posición? Después de que hace unos días Boris Johnson ganara las elecciones en Reino Unido y acelerara el Brexit, las ciudades británicas incluidas en el ránking (Londres, Birbimgham y Manchester) verán amenazadas sus posiciones como unas de las urbes más atractivas para el retail.

 

Londres se sitúa en décima posición del ránking global y como primera ciudad europea para el retail y Manchester, la segunda mayor aglomeración urbana del país, se sitúa en el sexagésimo puesto.  Sin embargo, hay que tener en cuenta que el informe, elaborado principalmente con datos de 2018, no tiene en consideración los impactos del Brexit que han empezado a producirse ni, por supuesto, los que previsiblemente se sucederán tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

Hong Kong también es una de las plazas más amenazadas para el retail. La ciudad, que históricamente ha sido uno de los mercados clave para la moda, está perdiendo atractivo por las protestas prodemocracia en la que lleva inmersa durante varios meses. Las protestas comenzaron en marzo y no tuvieron impacto en la evolución económica de la región administrativa especial de China en 2018, como en cambio sí lo están teniendo este 2019.

A principios de este mes, el secretario de Finanzas hongkonés, Paul Chan, aseguró que la ciudad podría registrar un déficit presupuestario durante este año fiscal, el primero en quince años. Además, la economía se  contraerá un 1,3% en 2019 con respecto al año anterior.

Las elecciones generales de China en el próximo año también podrían hacer peligrar la situación de otras de las ciudades que aparecen en la tabla. Es el caso de Shanghái, que se encuentra en la novena posición; Pekín, situada en el número 19 de la tabla, o Shenzhen, en la posición 32 de la lista.  

Por otro lado, Santiago de Chile se sitúa en la posición 67 de la tabla, adelantando este año a Ciudad de México y colocándose en la primera posición de ciudades más hot para el retail en Latinoamérica.

Sin embargo, los graves disturbios registrados en el país desde el pasado octubre hacen peligrar la situación de la capital chilena en el ránking. Además, el país latinoamericano celebrará elecciones municipales el próximo año, que también podría influir en su resultado en la tabla.

El calendario electoral también agregará incertidumbre en ciudades como Nueva York, Boston o Miami, junto al resto de ciudades estadounidenses incluidas en el ránking, debido a los próximos comicios presidenciales en el país norteamericano. La reelección de Donald Trump, actualmente sometido a un proceso de impeachement, podría generar en este caso tanta inestabilidad como lo contrario, en función de la identidad de su contrincante.

Hot Retail Cities tiene en cuenta anualmente medio centenar de indicadores para medir el atractivo que tienen las 150 ciudades más importantes del mundo para el retail. En concreto, el informe atiende a aspectos como la demografía, la economía, la política, el entorno socioeconómico, el turismo, el retail, la moda, la calidad del aire y trendy cities, teniendo en cuenta criterios como la población, la riqueza, el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), el salario mínimo, las barreras fiscales, el tráfico aeroportuario, la cifra de turistas o el clima emprendedor.

Los diferentes indicadores, medidos a través de una amplia pluralidad de fuentes públicas y privadas de prestigio (desde el Foro Económico Mundial a la Organización de las Naciones Unidas o The Heritage Foundation), se ponderan según el impacto directo para la actividad comercial y se han prorrateado las puntuaciones. De esta forma, Hot Retail Cities establece el ránking de las 100 ciudades de mayor excelencia para un retailer tipo de entre cerca de las 150 ciudades analizadas.

Los aspectos coyunturales tienen una alta importancia en la ponderación utilizada para establecer la puntuación de cada ciudad: la caída del PIB, el encarecimiento de los locales comerciales o un cambio de gobierno relevante en los difernetes países o ciudades tienen mucho peso en el informe.

Objetivo 2020: redes bajo control, el ‘sourcing’ cambia el mapa

La moda ha cambiado por completo su mapa del aprovisionamiento en estos diez años. El encarecimiento de los costes productivos de China abrió dos nuevas rutas: la del low cost, que se afianzó en Bangladesh, Camboya o Vietnam, y la de la proximidad, que recaló en Turquía y Marruecos. La búsqueda de costes más bajos ha continuado definiendo las rutas del sourcing de la industria de la moda, aunque después de la tragedia del Rana Plaza en 2013 nada volvió a ser igual. Desde entonces, las estrategias de aprovisionamiento han dado un vuelco para acercar marcas y retailers a sus factorías, poner fin al conflicto social en las economías emergentes y buscar la trazabilidad y la transparencia de cara a los stakeholders.

En diez años, el mapa del aprovisionamiento ha ganado tal complejidad que el sourcing es en la actualidad un factor estratégico en los grandes retailers. Tres años después de la liberalización del comercio textil, un escenario que convirtió a China en la fábrica de ropa del mundo, la crisis financiera internacional volvió a cambiar por completo las reglas del juego. Aquel boom productivo del textil en el gigante asiático, que se hinchó entre 2001 (cuando China fue nombrada miembro de la Organización Mundial del Comercio) y 2005, se detuvo con la caída global de la economía.

El parón del comercio exterior que provocó la crisis mundial hizo virar la estrategia económica de Pekín, que optó por reducir la dependencia de los mercados internacionales y ganarla en su propio mercado de consumo. Así, durante estos últimos diez años, uno de los focos del Gobierno de China para su crecimiento económico ha consistido en dinamizar el consumo interno con el avance de la clase media.

Otra de las palancas que activó el país para expandir su economía fue derivar la industria hacia otra de valor añadido. El efecto inmediato de estas medidas fue un incremento de los costes productivos y la consecuente búsqueda por parte de la moda de nuevas regiones a las que trasladar los procesos más intensivos de mano de obra, como la confección de prendas.

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Diez años de moda en España. Diez años de Modaes.es 

Bangladesh se convirtió en el segundo mayor proveedor mundial de prenda confeccionada en el ejercicio 2010-2011. Aquel año, este país fronterizo con India y Myanmar exportó ropa por valor de 17.910 millones de dólares, un 43% más que un año atrás. Este territorio del Sudeste Asiático basaba ya entonces su economía en la actividad exportadora y, en concreto, en la de prenda confeccionada, que representaba cerca del 80% del total.

Las marcas de moda occidentales empezaron entonces a trasladar su producción a Bangladesh ante el incremento de los costes laborales en China y aprovechando su pertenencia al sistema GSP+ de la Unión Europea, que permite a las economías en desarrollo exportar a territorio europeo sin partidas arancelarias.

De hecho, las firmas europeas y estadounidenses aterrizaron en Bangladesh de la mano de sus proveedores en China, que fueron los primeros en trasladar a este país vecino las tareas de acabado y de confección de prendas, dos de los procesos más intensivos en mano de obra y más sensibles a los costes.

En 2010-2011, el principal producto que Bangladesh fabricó y exportó fueron las camisetas de punto. Las ventas de esta prenda al exterior ascendieron a 4.696,6 millones de dólares, casi un 50% más que un año atrás. Le siguieron los pantalones, que el país exportó aquel año por 4.164,2 millones, y suéters, cuyas exportaciones alcanzaron entonces 2.488 millones de dólares.

 

El principal atractivo de Bangladesh eran los salarios.Un trabajador bengalí del sector textil tenía un salario en 2012 de entre 45 euros y 60 euros al mes, frente a la horquilla de entre 188 euros y 300 euros que se daban en China. No obstante, ya entonces se hablaba del país como un polvorín laboral. El temor a un conflicto social era tal que H&M y Gap llegaron a presionar al Gobierno del país que subiera los salarios. De hecho, a medida que la industria del país iba incrementando su actividad, también se activaron las protestas y las manifestaciones.

En 2012, salieron a la calle más de 100.000 trabajadores del país, en una manifestación que terminó de manera violenta por el enfrentamiento entre manifestantes y agentes de la policía. A finales de aquel año se produjo la primera tragedia: un incendio en una fábrica textil provocó la muerte a 120 trabajadores. Pero la gran tragedia del sector se produjo un año después, en la que se ha convertido en la segunda mayor catástrofe industrial de la historia, por detrás de Bhopal. Fue el derrumbe de un inmueble que albergaba varias factorías textiles, situado en las afueras de Dacca, la capital del país: el edificio Rana Plaza. Fallecieron más de mil personas.

El conflicto social en Bangladesh derivó parte de la producción low cost a otros países del Sudeste Asiático, como Camboya, Vietnam, Tailandia, Laos o Sri Lanka. En todos ellos, ya había cierta tradición textil, que en aquel momento se disparó ante unos inversores que buscaban territorios más estables, aunque sus costes laborales fueran más elevados. Camboya, además, igual que Bangladesh, se beneficia también del sistema GSP+ para exportar a la Unión Europea sin prácticamente aranceles.

Pakistán también ha ganado posiciones en el nuevo mapa del sourcing, sobre todo entre los retailers europeos. El país asiático entró también en el GSP+ pese a las duras críticas de la patronal europea del textil y la confección, Euratex.

Principales exportadores de moda

La Comisión Europea le dio acceso a este sistema después de que el país sufriera en 2012 unas trágicas inundaciones que tuvieron un impacto negativo en su economía. En estos últimos diez años, las importaciones europeas de prendas de vestir procedentes de Pakistán se han duplicado, hasta 3.269 millones de euros en 2018. En la actualidad, Pakistán es el sexto proveedor europeo extracomunitario de ropa por detrás de Camboya.

A pesar de que China perdió fuelle en el nuevo orden del aprovisionamiento de moda, entre 2009 y 2018 la Unión Europea incrementó en un 20% sus compras de artículos textiles y de confección al gigante asiático. Sin embargo, las importaciones de Bangladesh se triplicaron en este periodo y, desde 2016, este país asiático ocupa el tercer puesto entre los principales proveedores de tejidos y prendas de la Unión Europea superado sólo por China y Alemania.

Camboya, por su parte, ha multiplicado por siete sus ventas a la zona comunitaria, mientras que Vietnam y Pakistán las han duplicado. En términos absolutos, Bangladesh pasó de vender a la Unión Europea, artículos textiles y prendas de vestir por cerca de 4.400 millones de euros en 2009 a cerca de 14.700 millones de euros diez años después. En el caso de Camboya, las importaciones del sector pasaron de casi 530 millones de euros en 2009 a más de 3.640 millones de euros en 2018, según los últimos datos de Icex España Exportación e Inversiones.

Una década de relocalización

Pero 2012 fue también el año de la relocalización, un concepto con el que se quiso explicar el fenómeno contrario a la deslocalización. Sin bien la distribución organizada que manejaba grandes volúmenes había fomentado el traslado de la producción a países asiáticos, era ahora el fast fashion el que volvía a aproximar a los mercados de consumo la fabricación de las prendas, en busca de una respuesta ágil a los vaivenes del mercado. El auge del ecommerce aceleró aún más esta tendencia, que se centra en series cortas y en servir con rapidez.

En Europa, Reino Unido fue el primer país en hablar de manera abierta de relocalización de la producción. Aquel año, el entonces secretario de Estado de Comercio del Gobierno británico, Vince Cable, volvió a colocar a la industria textil de nuevo en la primera línea de la política económica del país con un plan para impulsar a este sector para generar alrededor de 200.000 puestos de trabajo en los siguientes cinco años. El Ejecutivo se basó en un estudio que indicaba un retorno de la fabricación para dar respuesta a los retailers locales y ante el incremento de los costes laborales y de transporte en China.

Sin embargo, ha sido Turquía el más beneficiado por esta relocalización industrial. En estos diez últimos años, el país euroasiático ha hecho del textil una industria estratégica para afianzar su desarrollo económico, dado que el país cuenta con la mayoría de los procesos de la cadena de valor: es productor de algodón, fabricante de fibra sintética y cuenta con grupos verticalizados que cubren todos eslabones. Durante estos últimos diez años, el país se ha convertido en la fábrica de Europa, acelerando esta posición en la recta final de este periodo apoyándose en la devaluación de la lira.

También los países de la Europa del Este han ganado fuerza en las rutas de aprovisionamiento de los retailers europeos, sobre todo Polonia, República Checa y Rumanía. En este periodo, la Unión Europea duplicó sus compras a la industria polaca; las disparó un 72% al sector checo, y un 25% al rumano. Portugal, cuya industria textil se desarrolló en las décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado aupada precisamente por la demanda europea, fue recuperándose del parón de la crisis a partir de 2010, cuando sus exportaciones a la zona comunitaria marcaron de nuevo una tendencia ascendente.

Sin embargo, en 2016 esta evolución se truncó. Así, entre 2009 y 2016 las exportaciones portuguesas de prendas de vestir a los países de la Unión Europea crecieron un 37%, mientras que, en los dos últimos años, cayeron un 15,4%.

Marruecos, por su parte, también ha elevado su protagonismo en el conjunto de las importaciones europeas de textil y confección, incrementándolas un 37% entre 2009 y 2018. El país africano continúa siendo estratégico para España, aunque no tanto para el conjunto de la Unión Europea. De hecho, continúan encalladas las negociaciones para el pacto comercial entre Europa y el Mediterráneo, consecuencia en parte de la normativa de origen en el textil. Las conversaciones arrancaron en 2008 y debían concluir en 2018. Sin embargo, el debate todavía persiste.

 

Rana plaza, punto de inflexión

La tragedia del Rana Plaza marcó un punto de inflexión en las estrategias de sourcing de los grandes retailers de moda. El 24 de abril de 2013 cedió la estructura del inmueble Rana Plaza, un edificio compuesto por unos bajos comerciales y cinco plantas que albergaban talleres de confección. El derrumbe provocó la muerte de más de mil personas y más de dos mil. Se catalogó como el segundo peor accidente de la historia industrial por detrás de Bhopal. Fue la primera vez que los grandes rotativos internacionales desvelaron los nombres de las marcas que se fabricaban en el Rana Plaza.

El colapso de este edificio bengalí simbolizó la manera de hacer las cosas propias del boom de la globalización industrial, a la caza de los mejores costes productivos. Entre 2013 y 2018, se pasó de un periodo en el que todo valía por un buen precio a una nueva era que busca estabilidad. La catástrofe sirvió para abrir nuevos espacios de diálogo entre marcas internacionales, fábricas, administraciones locales, sindicatos y ONGs, hasta entonces inexistentes. El pilar de este cambio fue la creación de un órgano sin precedentes, el Accord on Fire and Building Safety in Bangladesh.

Por primera vez en la historia económica, más de 220 grupos internacionales fueron de la mano junto a dos federaciones sindicales globales y varias locales, el Gobierno del país y distintas ONGs para diseñar una hoja de ruta para evitar una nueva tragedia en la industria textil del país. Después de cinco años de inspecciones, reparaciones y cierres de fábricas, Bangladesh llegó a ser el lugar más seguro en el que confeccionar. No obstante, en 2018, el Gobierno del país empezó a bloquear la continuidad del acuerdo, que ratificaron hasta 2021 alrededor de 200 compañías.

La reputación fue un concepto clave en los años siguientes al hundimiento del Rana Plaza. Los grandes grupos de la moda no sólo se involucraron en inspeccionar las factorías de Bangladesh sino que empezaron a rastrear las factorías en las que producían sus artículos. En la mayoría de los casos, el interlocutor de las empresas de moda era un interproveedor que tenía fábricas en varios países y que tiraba de subcontratas en picos de producción.

La tragedia del Rana Plaza puso también en evidencia la falta de control que tenían las compañías de moda de su cadena de aprovisionamiento y elevó la crítica social sobre la responsabilidad de los gigantes de la distribución en cuestiones como derechos laborales y condiciones salariales en economías emergentes.

Siguiendo la estela de la unión que se logró con el Accord on Fire and Building Safety in Bangladesh, una quincena de gigantes de la moda (entre ellos Inditex, H&M, Primark, Esprit, C&A, Asos o Next) crearon en 2015 la plataforma ACT (acrónimo de acción, colaboración y transformación) junto con empresarios industriales de Camboya y representantes de los sindicatos del país con el fin de alcanzar la negociación colectiva sectorial. El propósito de esta colaboración era crear un escenario de negociación para evitar el conflicto social en el país, después de que en 2014 una manifestación de trabajadores del textil que solicitaban un aumento salarial terminase con muertos y heridos tras unas cargas policiales.

En estos últimos años, los grandes grupos de moda han buscado la reputación en la trazabilidad de su cadena de valor para conseguir una mayor transparencia. Nike, Adidas, Levi Strauss o H&M fueron pioneros en hacer públicos sus listados de proveedores en todo el mundo. Se sumaron a esta tendencia Marks&Spencer, Gap o Uniqlo. Inditex, por su parte, comparte desde hace años los nombres de las fábricas con IndustriAll a través del Acuerdo Marco. En la actualidad, esta tendencia ha evolucionado y ha empezado a sofisticarse con la introducción de tecnología. Levi Strauss y H&M han empezado a testar el blockchain, la base tecnológica de las criptomonedas, para visualizar la trazabilidad de sus cadenas de suministro.

Etiopía, la última meca del ‘low cost’

En 2014, H&M, en una acción coordinada con el Gobierno sueco, puso en marcha un plan piloto para empezar a producir en Etiopía. Aquella acción colocó en el punto de mira a este país africano, que cuatro años después se perfila como el relevo de la producción de moda low cost de Bangladesh y Camboya. Los salarios en el país oscilan entre 19 euros y 47 euros, según un informe de CCOO de 2018. Los supervisores, técnicos y administrativos cobran entre 64 euros y 95 euros al mes.

El Ejecutivo etíope ha hecho desde entonces del textil su bandera, buscando inversión extranjera para activar su economía. El equipo de gobierno se marcó en 2015 el objetivo de alcanzar 30.000 millones de dólares en exportaciones textiles en diez años y convertirse así en el principal hub de aprovisionamiento del sector en África. Después de la incursión de H&M, quienes capitanearon las inversiones en territorio etíope fueron grupos textiles de China, Bangladesh, Turquía o India, proveedores de las grandes compañías internacionales de moda.

Algunos de los primeros gigantes del sourcing global en instalarse en el país fueron Jiangsu Lianfa, de China; Arvind, de India, o Ayka, de Turquía. En 2018, se calculaba que había unas 300 empresas con unos 70.000 trabajadores en este sector. A diferencia de la expansión de la industria textil en Bangladesh o Camboya, en Etiopía se levanta una estructura mucho más automatizada y robotizada con miras a evitar en el futuro el conflicto social.

En los últimos años, Etiopía ha ido levantando parques industriales en su territorio en los que han ido tomando posiciones los proveedores de grupos como Inditex, Gap, PVH o Decathlon, entre otros. A finales de 2018, se puso en marcha un complejo en la localidad de Adama que da empleo a 25.000 trabajadores y genera un volumen de exportaciones por valor de 38 millones de dólares anuales. El país invirtió cerca de 150 millones de dólares para su puesta en marcha. Para 2019, el Gobierno etíope planea levantar otros tres parques más.

Aunque China continúa siendo con diferencia la mayor fábrica global de las industrias del textil y de la piel, el mapa del aprovisionamiento se ha transformado en los últimos años. Parte de las producciones low cost del gigante asiático han ido trasladándose a países cercanos, creando nuevos hubs productivos que, con el tiempo, han ido siguiendo la estela del fenómeno económico de China, sofisticándose y tecnificándose a la vez que los costes laborales también han ido incrementándose.

Bangladesh, Camboya, Vietnam, Laos, Tailandia e incluso Myanmar han subido sus salarios mínimos en los últimos años y la tendencia pasa por continuar incrementándolos, presionando el ya dañado margen de los gigantes de la moda: si bien el impacto de las alzas salariales por prendas es pequeño, los volúmenes que se manejan hacen que sean notables.

La solución pasaría por tecnificar las fábricas, que permitiría continuar operando con costes bajos. Pero, por el momento, ningún gran grupo industrial se ha movido en esta dirección por las elevadas inversiones que requiere.

A corto plazo no hay, además, un nuevo hub productivo que garantice a la industria una nueva década de aprovisionamiento low cost. Plantear un traslado de la producción a otro país, del mismo modo que hace una década China la llevó a Bangladesh, es prácticamente imposible porque no existe ninguno con la misma capacidad que los polos del Sudeste Asiático. Etiopía lleva años perfilándose como el siguiente polo manufacturero del sector, pero está aún a años luz en infraestructuras.

Aun así, el país africano es el mejor posicionado para tomar, a medio plazo, el relevo a Bangladesh. Titanes de la distribución como H&M llevan años tomando posiciones en el país, que está captando inversiones de industriales chinos, bengalíes, camboyanos, vietnamitas o egipcios que buscan costes productivos más bajos. Otras dos vías que se abren en el sourcing del futuro pasan por la concentración en el número de actores y la internalización de procesos.

Es decir, la estructura productiva adelgazará y los actores más débiles serán aquellos que busquen alianzas estratégicas para ganar velocidad, agilidad y flexibilidad. Por otro lado, tras décadas de externalización de procesos, vuelve a ponerse sobre la mesa la internalización. Por ahora, el lujo ya ha abierto el camino en este sentido con la compra de algunos de sus proveedores.

La óptica se aleja del blanco para vestirse del color de moda

Defienden los pensadores liberales que la Europa medieval fue próspera por estar descentralizada. Al haber más de 500 pequeños estados, quien tratara de imponer censura o restringir las libertades sufriría una fuga inmediata de ciudadanos. La óptica era, hasta hace poco, un enorme imperio dominado por sólo cuatro condes italianos. Ellos dominaban la producción, gestionaban las marcas y, sobre todo, controlaban los canales de distribución. El negocio iba bien, pero innovaba poco. Desde que, en 1988, Armani firmó la primera licencia de óptica de la historia, que cambió radicalmente las reglas del sector, apenas se había transformado.

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El nuevo enforque de la óptica

Pero en los últimos años todo ha cambiado. “En cuarenta años no he visto una transformación tan veloz como en los últimos dos”, asegura Michele Aracri, consejero delegado de De Rigo. El eje transversal de esta transformación ha sido la aproximación a la moda, sustentada en tres pilares: integración vertical, precio y adaptación veloz a la demanda.

Con el Tchin-Tchin de Alain Afflelou en 1997 llegó a la óptica la guerra de precios y los primeros intentos por convertirla en un accesorio de moda, pero la oferta continuaba dependiendo de los gigantes. Afflelou vende Ray Ban (Luxottica), Guess (Marcolin) y Tous (De Rigo), entre otras marcas.

 

Etnia Barcelona, fundada en 2001, e Italia Independent, en 2008, fueron pioneras en la apuesta por el diseño como propuesta de valor, en un sector en el que lo que reinaba era la marca. Pero para su distribución seguían apoyándose principalmente en el canal multimarca, dominado en gran parte por Luxottica y Safilo.

Pero, en 2010, todo cambió. Ese año, cuatro estudiantes de la universidad de Wharton pusieron en marcha Warby Parker. ¿Su diferencia? Un modelo verticalizado, una propuesta de moda y sin intermediarios, con la Red como principal canal de distribución.

“Hasta que llegó Warby Parker, la óptica no era un sector innovador”, explica Leonard Lodish, profesor de márketing de la Universidad de Wharton. “Estaba controlado por los grandes grupos que gestionaban todas las marcas y tenían relaciones muy cómodas con las ópticas: todo el mundo hacía una cantidad decente de dinero y tenían el poder, pero el consumidor no tenía una oferta muy variada”, defiende.

 

Hasta Warby Parker. Su principal disrupción fue la verticalización: como hizo Zara hace cuatro décadas, se saltó a los intermediarios. Eso permitió, por un lado, bajar los precios, lo que hacía posible a su vez aumentar la rotación. Por otro, conocer mejor a su cliente, al que vendía directamente, y acercarse un poco más a la demanda.

“Warby Parker no ha reinventado la rueda, sólo ha cambiado los elementos de la cadena de valor”, explica Felipe Caro, profesor de operaciones en la Universidad de California en Los Ángeles (Ucla).

De multitud de intermediarios a la venta directa

“En un negocio se puede innovar o bien en la producción, o bien en la distribución, o bien en ambas”, sostiene Óscar Valledor, fundador de la start up de óptica Project Lobster. “Las gafas son un sector muy binario, se fabrican de una o dos maneras, así que hay poco margen para innovar en la producción”, defiende el ejecutivo. El principal cambio vino, pues, de la comercialización, aunque tampoco ahí ha sido sencillo.

La cadena de valor de la óptica es de las más complejas del negocio de la moda, con grandes producciones en volumen deslocalizadas y una última parte, clave para el producto, personalizada y en proximidad: la lente. La especialización es, además, fundamental para la mayoría de clientes, al tratarse de un artículo con una función médica, lo que supone una barrera para que los grupos de gran distribución conquisten el sector.

Es, en cierto modo, similar a otro subsector del negocio de la moda, también complejo, que en los últimos años ha acometido una transformación semejante: la moda nupcial. Como el cliente de óptica, las novias valoran un proveedor especializado, por la carga simbólica de la compra, y el supply chain es también semi personalizado.

Estos dos factores, el servicio especializado y la personalización, frenan la innovación en ambos sectores, y especialmente la transformación digital: ¿cómo se vende servicio en la Red? ¿cómo se personaliza en remoto?

El salto de la óptica a la Red, liderado por Warby Parker, fue forzado por el contexto. “La gran barrera para el sector era la tienda, dominada por los grandes grupos, y por eso apostaron por el online”, dice Caro. Para solventar las barreras de la Red, la compañía introdujo servicios como la prueba en casa gratuita de hasta tres pares de gafas, un modelo que otros sectores, como los sujetadores, ya habían probado en su salto al online. “La integración ha sido la gran innovación, y el sector tiene que salir de esto reforzado”, defiende Michele Aracri.

Pero hay un proceso que la Red, por ahora, no puede solventar: la graduación. “El punto de inflexión será la facilidad para que el consumidor obtenga su graduación y sea propietario de ella”, defiende Ramón Pérez, director del área de visión de Hawkers.

“En la actualidad, el consumidor necesita de terceros para tener sus datos de graduación y con un coste: si tuviera la información de graduación y la pudiera usar a su discreción, se produciría una verdadera disrupción”, sostiene el ejecutivo.

Si el cliente ya sabe su graduación, en principio sí puede ya comprar online, pero no en todos los casos. En determinados productos, es necesario conocer otros datos como la distancia entre las pupilas, que algunas ópticas se niegan a proporcionar para competir con los operadores online.

“Existe un problema de educación y sensibilización para que el consumidor pueda acceder a sus datos”, defiende Pérez. “Cuando el consumidor tenga la trazabilidad de su graduación y la pueda usar a su discreción, la compra online será una realidad”, sostiene. Hawkers está trabajando ya en un proyecto de inteligencia artificial y reconocimiento facial con el objetivo de hacer posible la graduación online, aunque está todavía en una fase preliminar.

“Para empezar a vender online un producto que siempre se ha vendido offline, hay dos vías: o bien crear un producto para ser consumido digitalmente, o bien vender lo de siempre, pero con una experiencia nueva”, sostiene Valledor. Más oferta, más frecuente, más moda.

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